Sinopsis

En el verano de 1938 el mundo contó con la mejor oportunidad para haber terminado con Hitler y el nazismo, evitando un conflicto que estallaría solo doce meses más tarde. No tan conocido como otros planes para finalizar con el Tercer Reich, la diferencia de esta conspiración fue el alto número de oficiales de la Wehrmacht, civiles banqueros y diplomáticos que estaban confabulados para tal fin. Solo necesitaban que el primer ministro británico, Neville Chamberlain, rechazara las exigencias de Hitler y éste declarara la guerra.

Con este trasfondo, Imanol arranca esta emocionante, intrigante, humana y sorprendente novela en el Hollywood de los años treinta, y en concreto nos presenta a Ray King, el personaje principal de la novela. Breslaver es el vínculo presente en las tres novelas y eje central de las tres. King pasa por ser el mejor especialista de la industria del cine, le gusta el alcohol, el tabaco, las mujeres y sus amigos, entre ellos los más cercanos, el director John Ford y un John Wayne que solo comenzaba a despuntar. De la mano de King, Imanol nos muestra la influencia del nazismo alemán en la industria del cine norteamericana, conocemos su pasado: desertor vascofrancés en la primera guerra mundial - de hecho aparece un instante en 'El hombre que puso fin a las guerras'- su odisea desde que abandona el frente hasta que triunfa en Hollywood, su regreso a Europa, donde visita el Bilbao roto y receloso tras caer en manos de los fascistas durante la guerra civil y finaliza en un Berlín cuyo gobierno se prepara para la guerra y donde conocerá a figuras como Joseph Goebbels o Leni Riefenstahl. Allí, Imanol nos vuelve a sorprender por la manera en la que relaciona a King con un complot para terminar con el Reich de los Mil Años orquestado por Markus Breslaver.

Esta novela es fundamentalmente histórica, pero como ocurre en la Trilogía Breslaver, es una historia de situaciones y acontecimientos que poca gente conoce, por lo que a lo largo de su lectura la sorpresa está asegurada. Una vez más los personajes de Imanol alcanzan una realidad tan penetrante que se nos hace difícil excluir aquellos que son puramente inventados por el autor de los que fueron personajes históricos.